miércoles, 14 de febrero de 2018

LA DISTANCIA Y EL OLVIDO

         
          LA DISTANCIA Y EL OLVIDO
Pues como en el bolero, y el día que es hoy, 14 de febrero, lo suyo sería hablar del día de los enamorados, y enlazarlo con el Derecho de familia. Hablar sobre lo contrario a San VaI(i)entín, que sería san Divorcín, San Rutinín…completen ustedes la lista, con su “santo” favorito. Y allí estamos nosotros, los abogados. Que al principio se nos ve como un engorroso mal. Casi casi como seres perversos. Hasta que descubres que; en muchos despachos, y en éste desde luego; nuestra primera misión, y para lo que estamos preparados es para intentar mediar (no reconciliar) y solo cuando esa vía se agota, pero se agota del todo, cambiamos el “chip” e iniciamos nuestra labor de abogados. Siempre intentado evitar el juicio de familia. Pues sabemos de lo desagradable que es para todas las partes.
Pero el título del artículo (entrada) de hoy, no tiene que ver con lo anterior. Ni siquiera, tiene demasiado ni de didáctico, ni de entretenido, ni de pedagógico. Es un artículo (entrada) algo más personal. Y versa sobre la relación entre cliente y abogado.
Se dice, y a lo mejor con razón (no lo he comprobado), “que un abogado que se defiende a sí mismo tiene a un loco por cliente” No se dice porque los abogados olvidemos nuestros conocimientos cuando vamos a defendernos a nosotros mismos. Se dice porque la cercanía es tan, tan, tan, íntima (la más estrecha, de hecho) que se entiende que dicho interés y dicha excesiva cercanía puede desmerecer la calidad de su defensa.
Por el mismo motivo la “cuota Litis” (podría resumirse como forma de cobro mediante la cual el abogado calcula sus honorarios en función de un porcentaje con el cliente) es una cuestión tan discutida en nuestra profesión. Pues se entiende que la misma es ser, en cierta forma, “socio” del cliente, naciendo por tanto un interés como parte, y no como profesional que externamente presta un servicio.
Por todo ello, siempre se ha aconsejado, no defender a amigos íntimos, ni a famliares.
Pero lo cierto es que, en determinadas circunstancias, sobre todo cuando empiezas a ejercer la profesión, no tienes esa capacidad de dirimir, y de no elegir a los amigos y a los familiares. Puesto que son ellos, los primeros que confían en ti, en tu capacidad, y además están dispuestos a ayudarte a que comiences con fuerza tu carrera. Y a partir de ahí, te vas haciendo con un “nombre” y “el  boca a boca” va haciendo que se agrande ese círculo de clientes a personas más alejadas de ese entorno. Unido a los que, dentro del círculo de cercanía (“círculo de confianza” que diría Robert de Niro en la película Los Padres de la Novia) continúan a tu lado.
A veces sucede que viene un empresario, porque le ha recomendado tu familia política, le llevas alguna actuación laboral, alguna reclamación de deuda y otros procedimientos civiles, y sin saber porque vas congeniando y haciendo más amistad.
Va acompañándote, y ayudando, por su empresa en las muchas mudanzas personales y profesionales que llevamos a cuesta. Intimas con su familia…y entoces enferma, de esa larga enfermedad, que es la forma absurda de no nombrar lo innombrable. Una enfermedad contra la que luchó de una forma titánica, y le ganó un montón de años, más de lo que todos los médicos y expertos esperaban.
Y cuando crees que va a conseguirlo, cuando crees que su fuerza, sus ganas de vivir, va a lograr su objetivo, la “larga enfermedad” da un puñetazo en la mesa, recordándonos lo pequeños que somos, incluso él que era tan alto.
Y al final…se va…y entonces te das cuenta de lo cerca que estaba de ti
Recuerdas lo poco que hablabas ya con él de la deuda de aquél, del monitorio del otro, o la ejecución del de más allá. Pues ya hablabas del Tenerife, de la familia, de los hijos…y de la VIDA, con mayúsculas, de lo que importa…la VIDA. Caes en la cuenta como bromeabas con su ronquera, o bromeabas con él, que a partir de ahora iba a tirar trozos de pan a las palomas, o a ver cómo iban las obras ahora que se iba a jubilar…
Y recapacitas de lo corta que ha sido LA DISTANCIA …y de lo imposible que es el OLVIDO.

DEP: JUAN MANUEL HERNÁNDEZ ACOSTA. Empresario de éxito, cliente de este despacho…pero sobre todo BUENA PERSONA…y AMIGO.

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